El encuadre casi que nos remite a un recorte fotográfico, no hay grandes puntos de fuga pero sí profundidad. Vemos las emociones de cada personaje, quienes parecen detenidos en el tiempo, cada uno en una pose espontánea y relajada. El remero que se apoya sobre la baranda nos indica que hay aún más fuera de los límites del cuadro, abriendo nuestro campo de visión.
La luz del sol se ve reflejada en los arbustos que rodean la escena, la vemos también en el agua.

El almuerzo de los remeros, Pierre Auguste Renoir. 1880 - 1881.
¿No sería interesante ver la continuación de este momento detenido en el tiempo?
La Cuna, Berthe Morisot. 1877
Se ve la importancia del encuadre, no se busca una perspectiva exagerada; vemos una imagen bidimensional. Se enfoca en lo psicológico, en el humor de su protagonista y nos muestra una atmósfera de calma, casi de silencio y contemplación. La pintura capta un pequeño instante, la espontaneidad es lo primordial.
¿Es la delicadeza de las pinceladas la que nos da la calma de la escena?
Nenúfares (Serie), Claude Monet. 1920 - 1926
Vemos la importancia del encuadre, muy similar al de la fotografía. La profundidad no está dada por una perspectiva marcada.
Aunque no hay personajes, se logra captar el ambiente de quietud, el movimiento de las hojas sobre el agua, podemos hasta imaginar el viento moviendo a las ramas que cuelgan.
Aquí Monet estudia la incidencia de la luz sobre los elementos y nos los muestra con pinceladas abiertas, desacomodadas y difuminadas, casi imitando lo que ven los ojos. Es un fragmento de un momento, un fotograma de una serie de 12 obras que captan un mismo lugar.
Si uniéramos todas las piezas de esta serie como en una película, ¿podríamos llegar a sentirnos realmente allí?
True Love Waits, Melissa McCracken. 2017
La artista nacida en Estados Unidos trabaja con lo que ve mientras suena una canción, en este caso "True Love Waits" de Radiohead. Capta sus sensaciones en cada sonido de la canción con el color, lo psicológico es lo primordial y no se centra en lo compositivo. Es una sensación efímera capturada en el tiempo.
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'50s-'80s, Daniel Mullen
Melissa McCracken
Daniel Mullen
'40s-'50s, Daniel Mullen. 2018
Oriundo de Ámsterdam, Mullen se unió a la artista y cineasta Lucy Engelman -quien experimenta la sinestesia- para intentar retratar la manera en la que ella percibe el tiempo, los números y las letras.
Cuando Engelman piensa en esos conceptos en su mente aparece una secuencia de colores que Mullen luego traslada en estas obras geométricas que parecen ser una sucesión de pequeñas placas de acrílico pero que en realidad son piezas pintadas a mano.